jueves, 20 de junio de 2013

El positivismo y su influencia en América Latina

Dice Gregorio Weinberg (1995) que el positivismo se fue instaurando como doctrina “oficial” sobre todo en México, en la segunda mitad del siglo XIX.  De acuerdo con este autor, el positivismo en América Latina se caracterizó por tomar los patrones productivos, industriales y de consumo de Europa y de los Estados Unidos, como los modelos a seguir.  El positivismo se adoptó como la ideología de la clase oligárquica liberal, siendo uno de sus principales exponentes en México, Gabino Barreda (1818-1881) y más adelante Justo Sierra (1848-1912).

Barreda introdujo en México las ideas del filósofo y sociólogo francés Augusto Comte (1798-1857), quien postulaba que la razón y la ciencia debían orientar a la sociedad.  El lema del positivismo fue “Orden y Progreso”.  Se rebeló contra el conocimiento por autoridad de la metafísica y la religión.  Concebía que solamente a través de la razón y la tecnología se podía avanzar hacia un mundo mejor.  Comte propuso su “teoría de los tres estados”, refiriéndose a etapas de evolución de la sociedad: 1) El estado teológico o ficticio; 2) El estado metafísico o abstracto; y 3) El estado científico o positivo.  Contraponía la “barbarie” a la “civilización”.  La barbarie estaba asociada a la primera etapa mítica, o “infancia” de la sociedad. 

Otra de las características del positivismo latinoamericano fue el rechazo a que la educación estuviera en manos de la Iglesia, por lo cual se promovió la educación pública a cargo del Estado.  El positivismo incluyó además ideas como el altruismo y sobre todo la libertad.

Las ideas de Augusto Comte tuvieron influencia también en el pensamiento de otro autor, Herbert Spencer (1820-1903), filósofo, sociólogo y naturalista británico, quien tomó la teoría de la evolución de Darwin para desarrollar una filosofía evolucionista, la cual aplicó a la interpretación de la sociedad.   Spencer pensaba que la sociedad evoluciona de la misma forma que lo hace un organismo, a partir de la selección natural o “ley del más fuerte” (aunque se afirma que su teoría era realmente Lamarckiana y no tanto Darwiniana).  Su concepto de libertad suponía que todos compitieran en las mismas condiciones, sin que el Estado interviniera o que asumiera servicios públicos o subvenciones a los ciudadanos.


Justo Sierra (1848-1912)


Afirma Lafuente Guantes (2001) que en las colonias españolas había una división entre diferentes instituciones que veían cada una por sus propios intereses: milicia, iglesia, gobierno, etc., por lo que las ideas de “orden y progreso” sirvieron para orquestar la unión de un proyecto nacional, en donde la educación vendría a jugar un papel muy importante. 

Desde la noción de “orden” del positivismo, se dispuso que las distintas instituciones que estaban en pugna en las nuevas repúblicas debían alinearse en torno a un proyecto común, para lo cual la educación vino a cumplir una función esencial.  En México, fue Justo Sierra quien, como Ministro de Instrucción Pública, realizó una profunda reforma para centralizar las políticas educativas en el Estado.


Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888)


En Argentina, el positivismo cobró fuerza con Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento, este último además Presidente de dicho país entre 1868 y 1874.  Estos veían en los Estados Unidos el modelo a seguir, e incluso se hablaba de un “yanqui hispanoamericano”.  Sarmiento fomentó la inmigración de europeos hacia Argentina, identificando a estos como símbolos de la “civilización” y el progreso, en contraposición a la “barbarie” asociada con los indígenas y mestizos, quienes eran vistos como retrógrados.

Sarmiento fue el gran constructor del sistema educativo argentino.  Durante su presidencia, se construyeron 800 escuelas y se triplicó el número de estudiantes.  Fundó escuelas normales y trajo maestras de los Estados Unidos para impartir lecciones.  Financió la educación pública a través de impuestos y las equipó con materiales y libros.  También fundó bibliotecas populares a lo largo de su país.

Referencias

Lafuente Guantes, María Isabel. (2001). Las ideas filosófico-educativas del positivismo latinoamericano: Educación para la ciudadanía. Historia de la Educación Colombiana, No.3-4, p.45-67.

Ocampo López, Javier. (2010). Justo Sierra “El Maestro de América”, fundador de la Universidad Nacional de México. Revista Historia de la Educación Latinoamericana (RHELA), No.15, p.13-38. Recuperado de: http://www.rhela.rudecolombia.edu.co/index.php/rhela/article/view/262/256

Oviedo, José Miguel. (1990). Breve historia del ensayo latinoamericano. Madrid, España: Alianza.

Zea, Leopoldo. (1976). El pensamiento latinoamericano. Barcelona, España: Ariel.
Weinberg, Gregorio. (1995). Modelos educativos en la historia de América Latina. Buenos Aires, Argentina: AZ Editora.

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